Uso en la Teoría de la Justicia Social
Fuente: DiAngelo, Robin. White Fragility: Why It’s so Hard for White People to Talk about Racism. Beacon Press, 2018, p. 111.
Sin embargo, la gente blanca sí participa en discurso racial bajo condiciones controladas. Notamos las posiciones raciales de “otros raciales” y discutimos esto libremente entre nosotros, aunque a veces de manera codificada. El rehusarse a reconocer directamente este discurso racial resulta en una especie de consciencia dividida que lleva a irracionalidad e incoherencia. Esta negación además garantiza que la desinformación racial que circula en la cultura y que fija los marcos de nuestra perspectiva quedará sin ser examinada. Desconocer continuamente la incomodidad de relaciones raciales auténticas en una cultura en donde la disparidad racial es infundida limita la capacidad de la gente blanca de formar conexiones auténticas, cruzando líneas raciales, y perpetúa un ciclo que mantiene el racismo en pie.
Comentario de Nuevos Discursos
Ciertamente es difícil hablar del término “auténtico” en el contexto de la Teoría de la Justicia Social Crítica y su activismo relacionado. Yendo al grano con la palabra, que tiene una variedad de significados, nos gustaría insistir que muy a menudo, la palabra “auténtico” en Justicia Social Crítica significa “de acuerdo con la Teoría”.
Por ejemplo, se puede decir que una persona tiene una “voz auténticamente negra” (particularmente en lo que respecta al tema del racismo), pero ninguna persona de raza negra que hable en contra de la Teoría o sus conclusiones podría ser calificada de esa manera. De hecho, probablemente serían acusados de no ser auténticos, usualmente en la forma de algún tipo de falsa consciencia (ver, además, opresión internalizada y racismo internalizado) o de haberse vendido (ver también, actuar como blanco y blanco-adyacente). Sin embargo, esto no siempre es así, y por esto el término requiere una discusión considerablemente más extensa.
Primero, para entender el uso de este término, es imperativo entender que la Teoría de la Justicia Social Crítica siempre concibe este tipo de cosas en términos de supuestas dinámicas de poder sistémico. De hecho, la Teoría existe para identificar, exponer, describir, problematizar, alterar, desmantelar y deconstruir estas dinámicas. Eso es todo lo que la Teoría hace, así que la idea de autenticidad dentro de la Teoría debe de alguna manera proceder de este entendimiento. Este uso particular de la palabra auténtico – que está de acuerdo o que sigue a la Teoría – no puede ser entendido de otra manera.
Es muy tentador, por ejemplo, asignar a la Teoría la idea de que por lo tanto describe maneras auténticas e inauténticas de ser de raza negra (ver también, blackness o “negrura”), de raza blanca (ver también, whiteness o “blancura”), de ser hombre (ver también, masculinidad, masculinidad hegemónica, masculinidad tóxica y masculinidad tradicional), mujer (ver también femineidad hegemónica), o un miembro de cualquier otro grupo identitario, pero esto intenta evitarlo de manera estudiosa y con el máximo cuidado bajo una rúbrica de antiesencialismo (ver además, esencialismo y esencialismo estratégico). Dado que ellos supervisan vigorosamente las expresiones auténticas de varias categorías identitarias (por ejemplo, con afirmaciones como “los hombres heterosexuales negros son la gente blanca de la gente negra”, y acusaciones que mucha gente influyente tiene descendencia africana pero no es realmente negra, como Kanye West, o están en una relación amorosa y sexual exclusivamente con otro hombre, pero no son realmente homosexuales, como Pete Buttigieg), uno notaría que fallan espectacularmente en sus intentos, pero deberían recibir algo así como crédito por intentarlo tanto como ellos lo hacen.
Dejando su desafortunada y contradictoria transparencia de lado, deberíamos tratar de entender cómo ellos entienden esta idea en términos anti-esencialistas. La Teoría niega que haya una forma auténtica de ser de una identidad en particular – sea negro, blanco, queer, o cualquier otra – pero insiste que la posición personal otorga una experiencia particular – esto es, la experiencia vivida de cada uno y su relación con el poder sistémico – para las variadas identidades grupales (ver también, interseccionalidad). Hablar en contra de esta experiencia Teorizada es ser inauténtico sobre ésta, ya sea como una forma de falsa consciencia o interés propio (o una borrosa combinación de los dos). Esto, a su vez, no es visto enteramente como culpa de la persona inauténtica (excepto cuando es necesario o conveniente para el argumento que se esté haciendo), sino como culpa del sistema mismo de dominación y opresión.
Es en este sentido que los comentarios sobre West y Buttigieg pueden ser descifrados y conectados a nuestra aserción que, en el universo de la Justicia Social Crítica, “auténtico” tiende a significar “de acuerdo con la Teoría”. Kanye West, un hombre de raza negra, fue acusado de ser de ascendencia africana, pero sin clasificar como “negro” cuando comenzó a apoyar al presidente Donald Trump. Esto porque él estaba ignorando las “realidades” Teorizadas de la posicionalidad negra, y al apoyar a Trump hablaba en discursos “blancos” y “supremacistas blancos”. Esto es, ni su herencia genética ni su color de piel tienen algo que ver con su estatus racial como negro (su “negrura”), son sus “políticas” en el sentido de los discursos y dinámicas de poder a las que les habla, apoya, y mantiene (y las que busca irrumpir y desmantelar). De manera similar, Pete Buttigieg, entonces candidato presidencial por el Partido Democrático y anteriormente alcalde de South Bend, Indiana, es homosexual, pero “pasa como heterosexual”, y por sus visiones más incrementalistas y liberales en cuanto a política homosexual, no es abiertamente un activista queer radical. Él, por lo tanto, a ojos de la izquierda queer, no es realmente gay. De esto, podemos suponer que la autenticidad de una categoría identitaria tiene mucho – pero no todo – que ver con las posiciones políticas de una persona, en el sentido más amplio del término. Es decir, si uno está o no de acuerdo con la Teoría.
Nos apresuramos a añadir que, en la Teoría de la Justicia Social Crítica, las políticas individuales no son todo en el estatus identitario auténtico de una persona. Uno debe también ser de dicha identidad. Por lo tanto, una mujer blanca (como Rachel Dolezal) no podría proclamar ser auténticamente negra, independiente de sus políticas o cómo se exprese sobre las cosas (o cómo se presente externamente). Esto es porque el marcador relevante de autenticidad en la Justicia Social es este: tener la experiencia vivida de estar en una posición marginalizada u oprimida, relativa a las dinámicas de poder sistémicas, y hablar de una manera que refleja haber tenido esa experiencia. Porque la Teoría ha tratado muy duro de delinear exactamente cómo se ven esas experiencias y que no puedan ser contradichas, esto retrata que la autenticidad (en este contexto) sea estar de acuerdo con la Teoría. (Por lo tanto, una identidad blanca auténtica sería una que exhibe “blancura”, independiente de si uno lo reconoce o no).
Hay otros contextos donde esta palabra se usa de manera especial dentro de la Justicia Social Crítica, pero antes de proceder, se necesita hacer un desvío corto hacia la Teoría queer de Judith Butler. Esto porque esta teoría parece hacer lo opuesto (como se puede ver en el ejemplo de más abajo), insistiendo, siguiendo a la autora, que no existe algo como una expresión auténtica del género o de la sexualidad. Esto es difícil de dilucidar, aun después de la explicación anterior, pero podemos obtener un poco de claridad a través de las siguientes dos observaciones. Primero, la aserción de Butler se refiere más específicamente a que no existe una identidad auténtica pre-discursiva, y segundo, la Teoría queer no trae a la práctica las identidades particulares de género o sexo, sino que sigue una versión politizada de identidad queer que desafía cualquier versión tangible (o categorizable, ver también violencia de categorización). En su conjunto, estos previenen a uno de pensar que la Teoría queer presenta una contradicción a la aserción precedente acerca de este término.
Al discutir sólo identidades auténticas pre-discursivas de género y sexuales, Butler se resiste a un esencialismo sexual total (ver también, esencialismo biológico). Ella postula que ninguna identidad sexual o de género está atada a algún hecho o accidente de nacimiento, sino que más bien las identidades son el resultado de una socialización (ver además, performatividad y performatividad de género). Lo que esto significa es que dentro del contexto de la Teoría queer, la autenticidad de la identidad no puede ser algo biológico. Así, y en el contexto de este término, Butler no hace otras aserciones más que esa.
El punto que se refiere a una identidad queer constituye un desvío, pero vale la pena detenerse allí por un momento. En la Teoría queer, el punto definitivo es deshacer la normatividad – esto es, subvertir, deconstruir y deshacer las estructuras sociales que supuestamente confunden a la gente, llevándola a creer que ciertas identidades de sexo, género, y sexuales son normales o naturales (ver, también, estructuralismo, posestructuralismo, posmoderno, crítico, Foucaldiano, y Derrideano). Así, no sólo son la heterosexualidad y lo cisgénero (y la heteronormatividad, homofobia, transfobia, etc.) libres para ser deconstruidos bajo la Teoría queer; cualquier identidad estable con respecto a sexo, género o sexualidad es problemática. Donde la Teoría crítica racial parece traer a la práctica ciertas identidades raciales, entonces, la Teoría queer intenta arrasar con ellas, favoreciendo una única, dominante, no definida (e idealmente contradictoria internamente) identidad queer. (Esto ayuda a hacer sentido de la controversia de la revista académica Hypatia sobre el manuscrito publicado por Rebecca Tuvel acerca de trans-racialismo. Al hablar de esto, Tuvel no se percató de manera adecuada que si bien tanto la Teoría queer como la Teoría crítica racial traen a la práctica la identidad, procediendo de manera relativamente similar, teorizan las identidades raciales y sexuales/de género en direcciones opuestas).
Una vez que uno entiende que la meta subyacente de la Teoría queer es crear una identidad singular de sexo, género y sexual que más o menos describa a todos (o, a todos bien, de acuerdo a la Teoría queer) – queer – la afirmación hecha aquí sobre autenticidad cabe dentro de ella. Como una última desviación relacionada con lo queer, cabe repetir que la Teoría queer no está necesariamente intentando crear una identidad de sexo, de género o sexual “correcta” para todos, sino que más bien trata de remover el significado de cualquier identidad de sexo, género o sexual, dejando a la identidad “queer” como la identidad por defecto. En el presente, las identidades queer (que no deben ser confundidas con identidades LGBT, las que pueden ser estables) se encuentran profundamente en la minoría, pero éstas pueden ser impulsadas y entendidas como un sitio para una experiencia queer auténtica, Teoría, y activismo, que por definición estaría de acuerdo con la Teoría queer.
Como se señaló, el término “auténtico” aparece en más de un contexto dentro de la literatura de la Justicia Social Crítica (y su activismo relacionado). De hecho, se usa a menudo con el significado usual, o de una forma que refleja el significado usual, aunque matizado por la suposición Teórica dominante que establece que las dinámicas de poder sistémico son relevantes dentro de todas las interacciones sociales. Este uso del término aparece frecuentemente en los contextos de relación auténtica con la Teoría (o su activismo relacionado) y en tener relaciones auténticas, especialmente la capacidad de tenerlas a través de diferencias demográficas. Una tercera forma en la que aparece en el sentido usual es en la forma que los filósofos posmodernistas, críticos, y a veces Marxistas (de donde bastante de la Teoría, pero no toda, está basada) usaron frecuentemente el término (ver, también, Escuela de Frankfurt, Neo-Marxismo, Marxiano, y Posmarxista). El resto de este artículo se centra en estos tres usos más típicos. En los tres casos, la connotación del término está cargada hacia la noción de estar de acuerdo con la Teoría, sin ser exactamente eso.
En lo que respecta a la pregunta sobre una verdadera interacción de la Teoría con el activismo relacionado, una cantidad importante de la Teoría está interesada en la pregunta de por qué la gente (especialmente aquellos en posiciones dominantes) no está de acuerdo con la Teoría. En vez de admitir que las personas pueden tener diferencias de opinión, o que genuinamente ven fallas y agujeros en la Teoría y sus suposiciones (algo imposible desde la perspectiva de la Teoría), la Teoría se dedica al proyecto de explicar todas esas discrepancias en términos Teóricos – es decir, en formas que incorporan la relevancia de las dinámicas de poder sistémico, así como varias formas de falsa consciencia. Por lo tanto, el desacuerdo con la Teoría es Teorizado típicamente como una falla en el acercamiento, ya que un acercamiento apropiado garantiza de por sí una concordancia (ver también, relacionamiento (engagement)). De esta forma, en su aproximación a los fenómenos, la Teoría posee elementos bastante religiosos – de hecho, hasta fundamentalistas.
Vemos lo anterior extensamente desarrollado en las literaturas sobre la epistemología (o teoría del conocimiento) y la pedagogía (teoría de la educación) de la Justicia Social Crítica, donde una amplia variedad de conceptos son usados para su servicio, usualmente bajo los conceptos dominantes de una especie de ignorancia intencional (activa, perniciosa, deliberada, blanca) o injusticia y opresión (ver, también, injusticia epistémica, injusticia hermenéutica, injusticia testimonial, agresión discursiva, opresión epistémica, y violencia epistémica). (Éstas están técnicamente relacionadas debido a que se considera que las injusticias epistémicas y la opresión derivan de los varios tipos de ignorancias intencionales, particularmente perniciosas según la muy influyente Teórica Kristie Dotson).
Sin entrar mucho en detalles, éstas incluyen conceptos como comodidad blanca, fragilidad blanca, respuesta epistémica que preserva los privilegios, texto-sombra, discursos de color, discursos blancos, ignorancia blanca, e inocencia blanca, por nombrar sólo unos pocos términos que provienen de un concepto más amplio de dominio internalizado. Otros vienen de nociones de opresión internalizada, que se presentan en una variedad de formas específicas. Todas tienen el propósito de indicar que hacer cualquier otra cosa aparte de estar de acuerdo de manera entusiasta y positiva con la Teoría es haber errado en entender la Teoría de manera correcta, probablemente debido a una baja disposición (deliberada o inconsciente) o una falta de capacidades para relacionarse de manera apropiada con ella. Así, una relación auténtica implica estar de acuerdo con la Teoría.
En pocas palabras, una relación auténtica, de acuerdo con la Teoría de la Justicia Social Crítica, requiere aproximarse al material con una consciencia crítica (ver a hooks citando a Freire más abajo – ver, además, pedagogía crítica, y wokeness). Esto es, si uno no se aproxima al material con una absoluta conciencia acerca de las convenciones y de la supuesta necesidad de un relacionamiento crítico, entonces uno no puede relacionarse correctamente con el material. Esto es el punto donde toda la discusión yace. Si uno posee una consciencia crítica, estará de acuerdo con la Teoría, y por ende toda la relación es auténtica; si no, es posible no estar de acuerdo, pero la relación no fue auténtica debido a que la persona erró en aproximarse a la literatura en sus términos pre-suposicionales.
La noción de tener relaciones auténticas es similar, con la Teoría indicando que las dinámicas de poder que existen entre diferentes grupos identitarios se transforman en una (casi insuperable) barrera contra la posibilidad de tener una relación “auténtica” a través de dichas diferencias de identidad. Por razones similares a aquellas que caracterizan la imposibilidad de haberse relacionado de manera apropiada con, digamos, la literatura Teórica, las variadas problemáticas debajo de estos asuntos también aplicarían, mutatis mutandis, a las relaciones interpersonales. Esto nos lleva a hacer una apuesta decente sobre lo que se quiere decir con relaciones auténticas (no solamente “tener amigos negros”, por ejemplo) a través de identidades diferentes – que es requerido para miembros de grupos dominantes y creído necesario por los hechos de dominación y opresión para los miembros de grupos marginalizados, sea que lo quieran o no.
Una relación auténtica, como la Teoría lo ve, es una donde los asuntos de identidad se ponen al centro, y son lidiados de la forma que la Teoría lo dictaría – esto es, una forma donde todos los participantes obtienen una consciencia crítica, y ésta es hecha relevante en la relación. (De hecho, hay un argumento meritorio que postula que el libro best-seller de Robin DiAngelo, White Fragility (Fragilidad Blanca), no es mucho más que una guía para este propósito.) Por tanto, si hay una diferencia en la identidad de los actores involucrados, esta diferencia debe siempre ser relevante para la relación en términos de las dinámicas de poder existentes, y las varias problemáticas que estas dinámicas crean. “La posicionalidad debe ser abordada intencionalmente”, nos informa DiAngelo.
Sin importar la profundidad o la calidad de la amistad, a menos que los asuntos de identidad se reconozcan constantemente y sean reconocidos por aquellos en una posición dominante – esto nunca se espera de la gente que la Teoría supone en posiciones oprimidas – la relación no puede ser auténtica por defecto debido a los impedimentos que las dinámicas de poder (y la falla de reconocerlos constantemente) generan. En otras palabras, las relaciones que son auténticas a través de diferencias identitarias deben seguir las prescripciones de la Teoría (y estar de acuerdo con ellas y su necesidad). En la práctica, esto significa que una “relación auténtica” a través de una diferencia identitaria hablará mucho sobre esa diferencia y sus asuntos relevantes (siguiendo la forma de verlo que la Teoría propone), si no todo el tiempo, y la Teoría dicta los términos bajo los cuales esas conversaciones ocurrirán (ver, además, humildad cultural, sensibilidad cultural, humildad racial, stamina racial, y cállate y escucha).
Tercero y último, la autenticidad fue una preocupación central tanto en las teorías críticas (particularmente la Teoría Crítica de la Escuela de Frankfurt – ver, además, Neo-Marxismo y Marxismo Cultural) como para los Teóricos posmodernos (principalmente porque ellos eran teóricos críticos de diferente estirpe – ver, además, posestructuralismo). En todas estas escuelas de pensamiento, lo que inquietaba a los filósofos (y activistas) involucrados era la pérdida de autenticidad.
Los Teóricos Críticos vieron esta pérdida de autenticidad de varias maneras, incluyendo la emergencia de la cultura popular (que desvía los intereses de la clase media de la alta cultura) y en la incesante producción de propaganda, tanto de manera intencional (por fascistas) como no intencional (a través de ideología y hegemonía – ver, además, alienación). Los posmodernistas pensaban de manera similar, pero eran aún más cínicos, encontrando preocupaciones profundas con la autenticidad de muchas facetas de producción cultural, incluyendo productos de consumo (ver, también, simulacrum), psicología, visión societal (ver, también, metanarrativa), lenguaje y significado (ver, también, ausencia, différance, discurso, y Derrideano), y conocimiento (ver, también, Foucauldiano, episteme, biopoder, y poder-saber). En un sentido muy real, tanto el sentimiento crítico (entendido como la teoría crítica) como la condición posmoderna (como se le ha llamado) podrían ser caracterizadas por una crisis de autenticidad profunda y pesimista que emerge en el periodo moderno tardío mientras maduraba y luego se tambaleaba (tomando en consideración los cambios rápidos ocurridos entre y posteriormente a las Guerras Mundiales).
Una vez más, aun en estas raíces profundas de la idea, y a pesar de que la Teoría involucrada es diferente, vemos esbozos de que, si algo es auténtico, es algo que debe ser decidido por los altos Teóricos. Son ellos quienes se han autoproclamado como quienes están mejor capacitados para discernir qué es real y significativo, mucho más que cualquier miembro de la plebe que por malas razones no tiene nada claro. Aunque el significado “de acuerdo con la Teoría” no es tan explícito en este sentido más antiguo como lo es bajo la Justicia Social Crítica, la idea de que la Teoría podría declarar todo excepto lo que decidiera aprobar (experiencia vivida subjetiva, conocimientos locales y narrativas, contrahistorias, alta cultura en el arte, etc.) como “inauténtico” y que conlleva a una crisis de autenticidad, se relaciona con esta definición más general del término.
Términos relacionados
Ausencia; Actuar como blanco; Ignorancia activa; Alienación; Antiesencialismo; Esencialismo biológico; Biopoder; Blackness (calidad de ser negro, “negrura”); Centro; Cisgénero; Discurso de color; Contrahistoria; Crítico; Consciencia crítica; Pedagogía crítica; Teoría Crítica Racial; Teoría Crítica; Humildad cultural; Marxismo cultural; Sensibilidad cultural; Deconstruir; Derrideano; Différance; Discurso; Agresión discursiva; Desmantelar; Irrumpir; Dominación; Relacionamiento (engagement); Injusticia epistémica; Opresión epistémica; Violencia epistémica; Esencialismo; Falsa consciencia; Foucauldiano; Escuela de Frankfurt; Género; Performatividad de género; Hegemonía; Femineidad hegemónica; Masculinidad hegemónica; Injusticia hermenéutica; Heteronormatividad; Homofobia; Identidad; Ideología; Dominio internalizado; Opresión internalizada; Racismo internalizado; Interseccionalidad; Conocimiento(s); Liberalismo; Experiencia vivida; Marginalizar; Marxiano; Marxismo; Masculinidad; Metanarrativa; Minorizar; Narrativa; Neo-Marxismo; Normal; Normatividad; Opresión; Performatividad; Ignorancia perniciosa; Posición; Post-Marxismo; Posmoderno; Posestructuralismo; Poder-saber; Respuesta epistémica que preserva los privilegios; Problemático; Problematizar; Queer; Teoría queer; Raza; Humildad racial; Stamina racial; Racismo (sistémico); Radical; Sexo; Esencialismo sexual; Sexualidad; Texto-sombra; Cállate y escucha; Simulacrum; Constructivismo social; Justicia Social; Socialización; Pasar como heterosexual; Esencialismo estratégico; Estructural; Estructuralismo; Subversión; Sistema, el; Poder sistémico; Injusticia testimonial; Teoría; Masculinidad tóxica; Masculinidad tradicional, Transfobia; Violencia de categorización; Blanco; Blanco-adyacente; Comodidad blanca; Fragilidad blanca; Ignorancia blanca; Inocencia blanca; Supremacía blanca; Discurso blanco; Whiteness (calidad de ser blanco, “blancura”); Ignorancia deliberada; Woke/Wokeness.
Ejemplos Adicionales
Fuente: Applebaum, Barbara. Being White, Being Good: White Complicity, White Moral Responsibility, and Social Justice Pedagogy. Lexington Books, 2010, p. 127.
Segundo, miembros del grupo también pueden ser responsables por una omisión negligente. Si uno no registra desaprobación cuando es confrontado a una injusticia perpetrada por otros miembros del grupo, uno también comparte la responsabilidad por aquellas injusticias. Tomando prestado de Sartre, May postula que los miembros del grupo tienen el deber de autenticidad. May explica,
Autenticidad involucra, entre otras cosas, ser consciente de quién uno es, y de tomar responsabilidad por los daños de su propia clase, su propia posición, y de su posición en el mundo. Ser “inauténtico” es “negar” o “intentar escapar de” su propia condición, y ser incapaz de asumir la responsabilidad por elegir ser quien uno es.
Elaborando sobre qué significa aquella inautenticidad, Cassie Striblen señala que la inautenticidad se manifiesta cuando uno no muestra desaprobación de manera pública, permitiendo que los miembros que hacen daño definan su grupo. Si uno responde con desaprobación, uno decide no contribuir a la asociación de hacer daño con la definición del grupo y, por lo tanto, uno escapa responsabilidad. Individuos que no se distancian de los miembros del grupo que causan daño, ya sea condenando a esas personas, o terminando la afiliación con el grupo cuando sea posible, están dando un apoyo implícito al daño, y se ensucian moralmente.
…
Fuente: Applebaum, Barbara. Being White, Being Good: White Complicity, White Moral Responsibility, and Social Justice Pedagogy. Lexington Books, 2010, pp. 56–57.
El trabajo de Butler se enmarca inicialmente en una preocupación con la categoría “mujer” que sirve al feminismo, pero que no ha sido problematizada. No solo las feministas blancas y heterosexuales han excluido a mujeres de color y a lesbianas del concepto universal de “mujer”, sino que tampoco han tomado seriamente los conocimientos de Foucault, que dicen que todas las identidades son efectos de regímenes de poder. Lo que se requiere, Butler señala, es un análisis crítico del concepto más importante del feminismo y cómo “la categoría de ‘mujer’ …es producida y restringida por las mismas estructuras de poder a través de las cuales se busca la emancipación.” Cuando las nociones esencialistas son la base de la política, se necesita entonces una crítica genealógica del concepto “mujer” para exponer quién se beneficia y quién es excluido.
Una crítica genealógica rechaza una búsqueda de los orígenes del género, la verdad intrínseca del deseo femenino, una genuina o auténtica identidad sexual que la represión ha mantenido oculta; más bien la genealogía investiga lo que está en juego políticamente al designar como un origen y causa aquellas categorías identitarias que son de hecho el efecto de ciertas instituciones, prácticas y discursos, con múltiples y difusos puntos de origen.
En Gender Trouble (Problemas de Género), Butler se embarca en una genealogía de este tipo, exponiendo lo que está en juego políticamente y que se esconde en la distinción sexo/género, tan crucial para la segunda ola de feministas en los Estados Unidos. La distinción entre sexo (ser biológicamente hombre o mujer) y género (roles de masculinidad y femineidad impuestos culturalmente) tuvo un rol imprescindible en el cuestionamiento del determinismo biológico, o la visión que la masculinidad y la femineidad siguen naturalmente de diferencias biológicas en los cuerpos de hombres y mujeres, respectivamente. Feministas Norteamericanas de la segunda ola pudieron luchar por un cambio social argumentando que los roles de género y los estereotipos son construidos socialmente y no se basan en la biología. Al hacer esto, no obstante, la noción de sexo como naturaleza permaneció más allá de la interrogación. Butler deconstruye la distinción para desenmascarar las suposiciones heteronormativas que preserva y perpetúa.
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En Bodies That Matter (Cuerpos que Importan), Butler extiende más su aserción, señalando que la homosexualidad es el exterior constitutivo de la heterosexualidad y es esencial para formar las barreras estrictas que regulan lo que está dentro de la norma. Cuerpos que importan son cuerpos que son inteligibles y se les atribuye valor, pero son también contingentes a un dominio de cuerpos que son ininteligibles e “invivibles” dentro de la matriz de normatividad hegemónica heterosexual. Para Butler, lo inteligible requiere lo desdichado. Esto aplica no sólo a categorías de género; todas las categorías identitarias que presumen ser estables o fijas y “auténticas” pre-discursivamente son “instrumentos de regímenes regulatorios”. Todas las categorías identitarias esencialistas no son neutras ni ética ni políticamente; más bien, son éticamente perniciosas ya que necesariamente excluyen e incautan la posibilidad de ciertas identidades. Butler arguye que las categorías identitarias nunca son solamente descriptivas, sino que más bien son ideales normativos. Por tanto, ella concluye que categorías identitarias, tales como “mujer”, deben ser rechazadas como una base para la política, particularmente para una política feminista.
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Fuente: Delgado, Richard. “Storytelling for Oppositionists and Others A Plea for Narrative.” In Critical Race Theory: The Cutting Edge, Third Edition, Richard Delgado and Jean Stefacic (eds.). Temple University Press, 2013, pp. 75–76.
Unos días después de que se supo en el cuerpo estudiantil sobre el rechazo a Henry, Noel Al-Hammar X, líder de la coalición radical Tercer Mundo, dio un discurso al mediodía en las escaleras del patio de la escuela de leyes. La audiencia estuvo formada de la mayoría de los estudiantes negros y morenos de la escuela de leyes, varias docenas de estudiantes blancos, y unos miembros del profesorado. Chen se ausentó, ya que debía prepararse para una clase. El decano asistente estuvo presente, tomando notas mentales nerviosamente, en caso de que el decano le preguntase qué oyó.
El discurso de Al-Hammar fue feroz, acusador, y a ratos hasta grosero. Dijo muchas cosas que el reportero del periódico del campus se preguntó si podrían imprimirse. Impugnó la buena fe del profesorado, los acusó de racismo, no sólo de tipo corriente, sino que también institucional, y habló en gran detalle sobre la larga historia del profesorado como un club sólo de blancos. Dijo que la escuela de leyes estaba fijada en contratar sólo hombres blancos y sólo “señoritas” que eran clones bien comportados de hombres blancos. Que nunca contrataría a un negro a menos que la forzaran por presión estudiantil o por las cortes. Al-Hammar incitó a sus compañeros a no descansar hasta que la escuela de leyes tomara medidas para combatir su propio racismo y etnocentrismo. Invitó a hacer un boicot y a irrumpir clases, escribir cartas a la legislatura del estado, detener las contribuciones de los estudiantes ya graduados, la creación de un comité alternativo para revisar las contrataciones, y muchas otras medidas que hicieron que el decano se retorciera.
La charla de Al-Hammar recibió mucha atención, particularmente del profesorado que no se encontraba allí para escuchar. Muchas versiones de su historia circularon en los pasillos y las oficinas de los profesores (“¿Escuchaste lo que dijo?”). Muchas de las historias sobre la historia fueron tremendamente exageradas. Aun así, la historia de Al-Hammar es una contrahistoria auténtica. Desafía directamente – tanto en palabras como en su tono – la historia corporativa de la escuela de leyes, explicando detalladamente por qué Henry no fue contratado. Rechaza muchas de las premisas de la institución, incluyendo “nos esforzamos mucho” y “el grupo de postulantes es muy pequeño”, e incluso se burla del concepto de meritocracia de la escuela. “Ellos dicen que Henry es mediocre, que tiene una mente poco refinada. Bueno, ellos no se han sentado en ninguna de mis clases y se han escuchado a sí mismos. Mediocridad es lo que ellos tienen. Son expertos en mediocridad.” Al-Hammar denunció las excusas hechas por el profesorado, diciendo que había decenas, si no cientos, de candidatos negros calificados para el trabajo. “No hay un grupo de postulantes muy grande para rectores o mariscales de campo,” dijo. “Pero cuando ellos necesitan uno, lo encuentran, ¿no?”.
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Fuente: hooks, bell. Teaching to Transgress: Education as the Practice of Freedom. New York: Routledge, 1994, pp. 53–54.
El trabajo de Freire (y el de muchos otros educadores) afirman mi derecho como un sujeto en resistencia para definir mi realidad. Sus escritos me dieron una forma de posicionar la política del racismo en los Estados Unidos en un contexto global, donde podía ver mi destino junto con el de la gente negra colonizada en todas partes luchando por descolonizar, para así transformar la sociedad. Más que en el trabajo de muchas pensadoras feministas burguesas y blancas, siempre hubo en el trabajo de Paulo un reconocimiento de la posición del sujeto de aquellos más privados de derechos, ellos que sufren el peso más grande de las fuerzas opresoras (con la excepción de su falta de reconocimiento de las realidades de opresión y explotación basadas en el género). Este punto de vista afirmó mi propio deseo de trabajar desde un entendimiento vivido de las vidas de las mujeres negras pobres. Sólo en años recientes ha aparecido literatura en los Estados Unidos que no mira la experiencia de la gente negra a través de una lente burguesa, una literatura fundamentalmente radical que sugiere que, de hecho, la experiencia de la gente negra, las mujeres negras, podría decirnos más sobre la experiencia de las mujeres en general que lo que un análisis que mira primero y de manera más importante a esas mujeres en posiciones privilegiadas. Una de las razones por las que el libro de Paulo, Pedagogy in Process: The Letters to Guinea-Bissau, ha sido importante para mi trabajo es que constituye un ejemplo crucial de cómo un pensador crítico privilegiado usa una aproximación para compartir conocimiento y recursos con aquellos que están necesitados. Aquí está Paulo en uno de esos momentos esclarecedores. Él escribe:
Una ayuda auténtica significa que todos los que están involucrados se ayuden mutuamente, creciendo juntos en el esfuerzo común de entender la realidad que buscan transformar. Sólo a través de esa praxis – en la cual quienes ayudan y quienes son ayudados se ayudan simultáneamente entre sí – puede el acto de ayudar liberarse de la distorsión donde el que ayuda domina a quien está siendo ayudado.
En la Sociedad Norteamericana, donde los intelectuales – y específicamente el intelectual negro – han asimilado y traicionado preocupaciones revolucionarias con el fin de mantener poder de clase, es crucial y necesario para intelectuales negros insurgentes que posean una ética de lucha que informe nuestra relación con aquella gente negra que no ha tenido acceso a formas de conocimiento compartidas en lugares de privilegio.
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Fuente: hooks, bell. Teaching to Transgress: Education as the Practice of Freedom. New York: Routledge, 1994, p. 199.
Si, como Thomas Merton sugiere en su ensayo sobre la pedagogía “Learning to Live”, el propósito de la educación es mostrar a los estudiantes cómo definirse a sí mismos “auténtica y espontáneamente en relación” al mundo, entonces los profesores pueden enseñar mejor si nos encontramos auto-actualizados. Merton nos recuerda que “la idea original y auténtica del ‘paraíso’, tanto en el monasterio como en la universidad, implica no sólo una tienda celestial de ideas teóricas donde el Magistri y Doctores tenían la llave, sino que el ser interno del estudiante” quien descubriría su propio ser en relación a sí mismo, a los poderes superiores, a la comunidad. Que el “fruto de la educación … estuviera en la activación de ese núcleo central”. Para restaurar la pasión en la sala de clases o para entusiasmarla en salas de clases donde nunca ha existido, los profesores deben encontrar nuevamente el lugar del eros dentro de nosotros mismos, y juntos permitir que la mente y el cuerpo sientan y conozcan el deseo.
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Fecha de revisión: 3/26/20